Los profesionales de la ingeniería en
cualquiera de sus especialidades usan la tecnología a su alcance para
transformar, controlar o crear sistemas físicos para su bienestar, esta acción
produce cambios en el ambiente, entendiendo en su concepción más amplia, que el
ambiente incluye tanto componentes naturales como socioculturales y además del
espacio natural el espacio modificado por el hombre. Estos cambios pueden ser positivos, pero en la mayoría de los
casos pueden traer perturbaciones al ambiente y el ingeniero, como agente
transformador debe conocer sus implicaciones.
Uno de los aspectos claves a tomar en
cuenta por los ingenieros, es lo referente al consumo energético. En la
fabricación de cualquier producto se consume energía no sólo en las diferentes
fases de elaboración, sino también en la extracción y preparación de las
materias primas, en la construcción de maquinaría e instalaciones, etc. El
conocimiento del consumo de energía a lo largo del proceso sentará las bases
para la introducción de mejoras tecnológicas y de eficiencia energética que
reduzcan las cifras iniciales.
En la práctica se dan situaciones claramente paradójicas en los profesionales
de la ingeniería carentes de formación ambiental; observamos como en la gestión
energética sólo se aprovecha una mínima parte de las potencialidades que nos
ofrece la energía solar, capaz de suministrar hasta 140.000 veces la energía
que necesita todo el planeta, y al mismo tiempo, sufrimos las consecuencias de
las fluctuaciones en el precio del petróleo además de las consecuencias
negativas que acarrea su uso a gran escala a nivel planetario.
En conclusión los ingenieros deberían
asumir mayor responsabilidad en la formación del futuro sostenible. Deberían
crear y aplicar la tecnología para minimizar los residuos, reducir la
contaminación, proteger la salud humana, el bienestar social y el medio
ambiente.
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